Matko Koljatic cuenta que últimamente hay mayor énfasis en los resultados que tienen las universidades con sus alumnos.
La Tercera |
Fueron más de 130 decisiones de certificación las que tomó en 2013 la Comisión Nacional de Acreditación (CNA). Eso, en medio de un reordenamiento presidido por Matko Koljatic, encargado de la entidad luego de que estallara el escándalo por presuntas irregularidades en la acreditación de universidades. Y aunque esa crisis parece superada, en las últimas semanas la CNA ha vuelto a ser criticada, luego de que rechazara la certificación de tres universidades y autoridades dijeran que ahora está siendo más estricta. Ante eso, Koljatic responde que la comisión busca asegurar la calidad de la educación superior e indica que se han encontrado frente a instituciones que han aumentado fuertemente la matrícula, pero que no han contratado a nuevos profesores.
En las últimas semanas se ha dicho que la CNA está más estricta para dar las acreditaciones. ¿Qué opina de esas afirmaciones?
Se basan en un análisis estadístico de diciembre, que indica que el 20% de las instituciones que se presentaron no fueron acreditadas. Ese número es correcto, pero cuando se habla de mayor estrictez, no se considera que en 2012 fue de 17%, por lo que la diferencia es mínima. También es cierto que, en 2010, todos los planteles que se presentaron fueron acreditados, pero sabemos que ese año, aparentemente, hubo irregularidades graves en los procesos.
¿Pero ha habido un cambio en los procesos o se mantienen los parámetros de años anteriores?
Los criterios son los mismos. La ley establece que la CNA, al verificar calidad, debe constatar que existen los mecanismos y políticas de aseguramiento de la calidad, y revisar los resultados de esas políticas y mecanismos. Pienso que, en el último año, efectivamente ha habido un mayor énfasis en los resultados de los procesos, y por eso en las resoluciones de acreditación hay referencia a indicadores como tasa de deserción o titulación. Entonces sí puede haber un énfasis un poco distinto. Pero esa práctica también se usa en magíster y doctorado hace varios años, y la comunidad académica ha manifestado, en general, estar muy de acuerdo.
¿Por qué darles ahora más énfasis a los resultados?
Por preocupación por los estudiantes. Hace varios años que el tema de la calidad de la educación es prioritario. Y lo que la CNA entiende por calidad es el cumplimiento de ciertos criterios educacionales (...). Eso, al final del día, implica que un alumno entre a una carrera, permanezca, la termine en un tiempo razonable y encuentre un trabajo en el área que estudió. Eso para mí es calidad. Entonces, si se toman indicadores como abandono temprano, tasa de titulación (...) lo que se está midiendo es calidad. Es más fácil medir calidad así que hacerlo sobre la base de observaciones subjetivas.
Muchas veces se habla del sistema de certificación de Estados Unidos. ¿Cómo funciona?
Ellos tienen estándares, que es distinto a lo que tenemos nosotros, que son criterios. Cuando ellos hablan de estándares, es algo mucho más exigente. Por ejemplo, para acreditar una escuela “docente”, ésta tiene que tener un profesor full time por cada 400 horas de clases de alumno, que se traduce en un profesor por cada 40 alumnos. Las universidades chilenas que cumplen ese estándar son poquísimas. Hay estándares en cuanto a volúmenes que debe tener la biblioteca por alumno, de qué tamaño deben ser las salas de clase, de cuántos alumnos pueden caber. Hay estándares de laboratorios. En Estados Unidos, si no cumples, no te acreditan.”.
¿Por qué no tenemos estándares?
Cuando se pasó la Ley 20.129 (de Aseguramiento de Calidad), hubo una larga discusión de si se implantaban o no estándares, y justamente, por lo inmaduro del sistema, decidieron no implantarlos. Porque si usáramos los estándares que se aplican en Estados Unidos, no se acredita nadie.
¿Cómo funciona en Chile el tema de los profesores full time, que también ha aparecido en las últimas resoluciones de la CNA?
Se establece que la dotación docente tiene que ser suficiente en cantidad e idónea en capacidad para atender los requerimientos de los matriculados. Es una expresión relativamente amplia, pero que hemos consignado en las resoluciones de acreditación. Una universidad, por ejemplo, aumentó cerca de un tercio el número de alumnos, sin aumento alguno de profesores de jornada completa (...). Allí uno se pregunta cómo se aseguró la calidad de ese tercio adicional. Y cuando no hay respuesta, y se hace esa observación y se devuelven los mismos datos...
¿Es el único caso que les ha tocado ver?
Hay un caso reciente donde no hubo aumento, sino que hubo disminución de los profesores. Entonces, te preguntas qué está pasando. Haciendo el ejercicio contrario, hay estupendos planteles donde hemos dicho que dan buena calidad en educación y les hemos dado cinco o cuatro años. Son planteles que cumplen su misión, que invierten, que no tienen situación de alto endeudamiento. Entonces, efectivamente, algunas instituciones no han sido acreditadas, y eso es lo que espera la ciudadanía de la CNA. Que le digamos qué instituciones son deficitarias en la calidad de educación que imparten, o tienen una situación financiera vulnerable.
¿Hay algún número de docentes full time que se pueda usar como referente para la certificación?
La ley no estableció estándares, por lo que no hay ninguna cifra que uno pueda usar. Lo que sí tenemos que evaluar, y también tiene que ver la institución, es que se supone que debe tener una dotación que sea capaz de hacer clases, las pruebas, de atender a los alumnos, contestar preguntas, y eso es lo que suelen hacer los profesores de media jornada o jornada completa.
¿Qué tanto priman el tema financiero y las operaciones entre partes relacionadas al tomar la decisión de acreditación?
No hay ningún criterio de acreditación institucional que tenga que ver con el lucro ni con la transacción entre partes relacionadas. Y hay una razón muy evidente: por ley, lo que se llama lucro está prohibido en las universidades. De modo que no podría haber un criterio para eso. Lo que la ley sí dice es que si aparecen evidencias que podrían estar infringiendo algunos artículos de la Ley General de Educación, se tienen que poner a disposición del Ministerio de Educación, para que investigue.
¿Esas evidencias no pueden ser indicio de que hay algún problema en la universidad?
Las cosas siempre tienen una segunda mirada. Si se percibe en una institución, y es un caso real, que se gasta más dinero en traspasos a terceros relacionados que lo que se gasta en remuneraciones académicas, tienes el derecho a pensar que tiene problemas en la calidad de la educación que imparte.
En 2013, ¿cuántas veces enviaron los antecedentes de universidades al Mineduc?
Se pueden contar: la U. San Sebastián, U. de Las Américas, la U. Gabriela Mistral y la Andrés Bello.
¿Por qué hay planteles que se reacreditan en diciembre? ¿Puede haber un cambio en las fechas de presentación para no estar sobre el proceso de postulación?
Absolutamente. Los procesos se están demorando siete meses, pero cuando se ve por qué la demora, se ven dos cuellos de botella. El primero es que las instituciones tienen que aceptar quiénes los van a ir a visitar y muchas veces los rechazan, y ahí se pierden días y días. El segundo taco se produce porque hay que coordinar las fechas de las visitas de los evaluadores externos.
En caso de rechazo, ¿se puede extender la acreditación hasta la última apelación, para que la institución no se vea afectada si la decisión es revertida?
Esa consulta se le hizo a la Contraloría y contestó que hay sólo dos situaciones: acreditado y no acreditado, y no existe una situación de “en proceso”. Así que nosotros, por ley, sólo podemos decir si está acreditado o no.
Otra de las críticas que ha recibido la CNA tiene que ver con el trabajo que hace la clasificadora Feller Rate.
Me sorprende, porque es la clasificadora de riesgo más grande de Chile y su trabajo es evidentemente muy profesional. Sus reportes se incorporaron en 2012; entiendo que hubo una licitación, pero no participé. Si nosotros intentáramos hacer lo que ellos hacen, también lo criticarían. Ellos evalúan la posición financiera de las instituciones, entendiendo que, para entregar educación de calidad, necesitas una posición financiera sólida, sana. Nadie quiere que se repita lo que pasó con la U. del Mar. Y lo que ocurrió con ellos es un colapso de una universidad no por razones académicas, sino financieras. El problema se catapultó con el no pago de las remuneraciones de profesores y personal administrativo.
Algunos rectores plantean que no tienen acceso a estos informes antes de que los reciba la comisión y que eso les impide cotejar si hay errores...
Sí, funciona así y es un tema de orden. Nosotros contratamos a Feller para que nos haga los informes, y una vez que los recibimos se los pasamos a la universidad y le pedimos que, junto con el informe de pares evaluadores, nos haga sus observaciones, y eso es semanas antes de que se tome la decisión de acreditación.
Los antecedentes que se deben presentar
Una ilustración y guías para los distintos procesos de acreditación son los que se pueden encontrar en el sitio web de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA).
Para la certificación institucional, la información que se pide va desde el nombre del rector hasta el número de matrícula total y de alumnos nuevos. También se tiene que informar sobre las estatutos de la institución, los objetivos que tiene el plantel y un organigrama de las autoridades.
Otro antecedente, y que ha cobrado mayor importancia en el último tiempo, tiene que ver con la planta académica. Así, se pide la evolución del número de docentes en los últimos cinco años, según el tipo de jornada y el nivel de formación. Consultado sobre qué número de profesores sería el ideal en una universidad, Matko Koljatic señala que “el sistema está construido bajo un concepto de calidad de educación. Entonces, se esperaría que una entidad que tiene cierta proporción de docentes de media jornada y jornada completa, a medida que avanzan en los años, mejora y no empeora”.
Otro tema que aborda el presidente de la CNA es cómo se toman las decisiones de certificación. Ejemplifica que al momento de votar la acreditación hay 15 comisionados habilitados para hacerlo, y asegura que las decisiones no siempre son unánimes. Sin embargo, aclara que “aquí no es que haya unos burócratas que hacen el gesto del dedo para arriba y abajo”.
Agrega, ante las críticas de que no se estarían respetando la misión y visión de las instituciones, que “el 2013 hicimos cerca de 130 decisiones de acreditación, de las instituciones más diversas, desde la Escuela de Grumetes (...) a la U. de los Andes”, e indicó que es un proceso “delicado y respetuoso”.
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