Entorno de la ex subsecretaria confirma que fue nominada con todos los antecedentes en Presidencia.
El Mostrador |
En la Democracia Cristiana también se reconoce que el círculo de hierro de la Presidenta estaba enterado de la postura de Claudia Peirano sobre la gratuidad universal y de su participación en negocios educacionales. En la izquierda de la Nueva Mayoría apuntan a una presión del “club de expertos” y pronostican una dura batalla ideológica y de intereses tras la reforma estructural a la educación al interior del futuro oficialismo.
“Cuando a ella le pidieron ser subsecretaria, dijo que no y dio estos argumentos. Después habló con la Presidenta y aceptó porque le insistieron. Es bien difícil negarse a estos cargos”, aseguran en el entorno más íntimo de Claudia Peirano, la renunciada subsecretaria de Educación que protagonizó el primer gallito al interior de la Nueva Mayoría por la profundidad que tendrá la prometida reforma educacional.
Cuando el martes 28 de enero el futuro vocero de gobierno, Álvaro Elizalde, informó de los nombres que ocuparían las Subsecretarías a partir de marzo, se desató la primera crisis del gobierno entrante y las principales portadas las ocupó Peirano, luego que El Mostrador revelara su participación en la agencia de Asistencia Técnica Educativa (ATE) “Grupo Educativo”, la que prestó asesorías a la red de colegios “Crecemos”, de propiedad de su ex marido –el también DC Walter Oliva–, reconocido empresario de la educación y defensor del lucro en el sistema.
Además, Peirano había explicitado, el 2011 –en una carta a El Mercurio, que también firmaron el ex ministro de Educación de Sebastián Piñera, Harald Beyer, y ex autoridades de la Concertación en la materia, como Mariana Aylwin-, su oposición a la gratuidad universal en la educación superior, la que a la larga se transformaría en uno de los puntales del programa presidencial de Bachelet y en el engrudo político para pegar a la Nueva Mayoría.
El movimiento estudiantil salió a cuestionar el nombramiento, postura que después fue respaldada por sectores de la Nueva Mayoría, incluyendo a la DC, lo que hizo tambalear la decisión de Peirano de mantenerse en el cargo, a pesar de que la propia mandataria la había respaldado en un inédito punto de prensa a orillas del Lago Caburgua, donde Bachelet tradicionalmente pasa sus vacaciones.
El presidente (s) de la DC, Fuad Chahín, indica que ese respaldo se concretó porque el bacheletismo estuvo siempre informado de los vínculos de Peirano, y que el entorno de la Presidenta no se sorprendió por la información revelada por la prensa: “Justamente porque sabían, es que el comando la respaldó y la Presidenta la respaldó. Fue justamente la polémica pública que se generó con su nombre lo que gatilló su renuncia. Ella no quiso ser un obstáculo para el gobierno”.
Chahín agrega que “en el comando sabían todo sobre Claudia Peirano. Ella participó en la elaboración del programa y todos la conocían. Nosotros en la DC siempre supimos quien era Claudia Peirano”.
Según revista Qué Pasa, Peirano incluso habría informado de los eventuales problemas en su nominación a la mismísima Bachelet. “Peirano se acercó a la futura mandataria durante la campaña gracias a su trabajo en la comisión de Educación, y en su entorno dicen que a mediados de enero ambas conversaron en medio del proceso de búsqueda de nuevas autoridades. Allí, Peirano transparentó a Bachelet su situación personal, advirtiéndole que podían surgir cuestionamientos por su lazo con Walter Oliva, empresario educacional y su ex esposo, quien es vinculado a la futura ministra de la Segpres, Ximena Rincón. Aun con esa información, la futura mandataria decidió nombrarla”.
Cuando estalló el conflicto, desde el comando de Tegualda filtraron bajo cuerda que se había tratado de un error de chequeo y que, si bien conocían la postura de la declinada subsecretaria sobre la gratuidad, se habían sorprendido por su relación comercial con Oliva, lo que es descartado por Chahín: “Fue una interpretación que se quiso dar, para dar a conocer que parte del comando se había visto sorprendido con los antecedentes. Pero eso no fue así. Todos sabían perfectamente bien de quién se trataba”.
La anticipada crisis de gabinete escaló luego que se conocieran antecedentes que enredaban a otros subsecretarios en líos con la Justicia. Es el caso de Hugo Lara y Miguel Moreno –Agricultura y Bienes Nacionales, respectivamente–, y también del Intendente de Tarapacá, Mitchel Cartes, quien arrastra sumarios de cuando era funcionario de la Dirección de Vialidad del MOP en la nortina región. En la última semana también levantó polvo el nombramiento de Carolina Echeverría en la Subsecretaría de Fuerzas Armadas, una vez que surgieran testimonios que relacionan a su padre –Víctor Echeverría– con torturas realizadas a prisioneros políticos durante la dictadura.
El grupo encargado de chequear los antecedentes de las nuevas autoridades estuvo a cargo del hombre más cercano a Bachelet –Rodrigo Peñailillo, futuro ministro del Interior–, quien ha sido cuestionado por los partidos del bloque por un “excesivo secretismo” y por cometer errores en la revisión de antecedentes. Incluso, el presidente del PPD, Jaime Quintana, debió salir en su defensa acusando que existe en algunos “un virus anti Peñailillo”.
Y si bien los cuestionamientos se mantienen, en el caso de Claudia Peirano –la primera autoridad renunciada antes de asumir desde los nombramientos de Patricio Aylwin, en 1990–, los antecedentes dan más cuenta de una disputa por la implementación de la reforma educacional que de un error de escaneo de su trayectoria.
“OPERARON PODERES FÁCTICOS”
Claudia Peirano fue promovida por el “club de expertos” que ha estado al frente de la política educativa del país durante los últimos 25 años –al que pertenecen José Joaquín Brunner, Mariana Aylwin y Harald Beyer, entre otros–, los mismos que la defendieron cuando se concretó su caída el pasado martes 4 de febrero.
“Estamos frente a un nuevo tipo de dogmatismo. La política vista como una religión, el programa de gobierno como un dogma”, disparó Mariana Aylwin, en referencia a las críticas a Peirano sobre la gratuidad y su diferencia con el programa de Bachelet. Brunner se sumó a los cuestionamientos y calificó al movimiento estudiantil de “narcisista”, además de pedir precisiones al gobierno: “Más allá de nombres, falta claridad del programa”.
La ofensiva de declaraciones de Aylwin y Brunner en distintos medios fue leída por parlamentarios de la Nueva Mayoría como un intento del sector más liberal de la coalición por reposicionarse en la discusión pública luego que cayera la carta que promovieron para la cartera de Educación.
Un senador del sector asegura que lo ocurrido con Peirano es un síntoma de las diferencias que existen en el seno del futuro oficialismo sobre la reforma educacional: “En el caso de lo que paso con Peirano, operaron varios poderes fácticos, toda la gente que definió y que le insistió a ella para que aceptara. Hay todo un grupo de poder ahí detrás. Los Brunner, las Aylwin… sin duda también Ignacio Walker. Todos ellos presionaron para que ella aceptara, y después, para que se quedara. Son el mismo grupo que diseñó y defendió el actual sistema educativo, y que va a seguir presionando para que eso continúe siendo así”.
El parlamentario plantea que existe desconfianza en el bloque, ya que las señales que se han dado desde el comando son confusas: “No entiendo que el comando le insistiera para que aceptara (a Peirano). No sé si se trata de mal olfato político. Más bien creo que Peñailillo y compañía no saben de educación, y no le han tomado el peso a lo que se prometió en campaña. Hay muchos intereses involucrados. La pregunta que yo me haría es ¿qué es lo que realmente se quiere hacer en este plano?”.
Desde la bancada de senadores de la Nueva Mayoría suman cuestionamientos, también por la designación de Nicolás Eyzaguirre como ministro de Educación. Desde el PS anticipan futuras batallas y auguran que todos quienes tienen intereses en la materia van a participar del festival de presiones que significarán los proyectos de ley que salgan desde La Moneda al Congreso.
“Aquí hay una batalla de fondo, que se empezó a librar con la elaboración del programa, y que va a seguir hasta el final del mandato, entre los que creen que se debe hacer una reforma de fondo, estructural, un cambio de verdad, y los que consideran que se debe continuar tal y como hasta ahora. Esa disputa se va a evidenciar en los proyectos de ley, en las votaciones de los artículos. Aquí alguien va a ganar, y alguien va a perder. El enfoque continuista es bien transversal, está presente en todos los partidos. En todos lados hay sectores que consideran que el sistema está bien, y que no hay que hacer mayores cambios”, asegura un congresista de la Nueva Mayoría.
0 comentarios