En la industria dicen que el fenómeno es inédito, pero también normal, y que permitirá “sacar más músculos” y bajar los costos en las operaciones mineras.
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El reclutador estaba sorprendido. Hace unos días, una gran proveedora de la minería le pidió que seleccionara a una cuadrilla de técnicos de mantención para un yacimiento importante. La dificultad era que la oferta contemplaba un sueldo base de $650 mil, una remuneración impensada hasta hace unos meses en una minería como la chilena, que paga en promedio los sextos mayores sueldos del mundo, según la firma de head hunter Hays, y que ha necesitado empezar procesos de “importación” de trabajadores para llenar todas sus vacantes.
Además, el sueldo promedio para estas funciones no baja de $800.000, o al menos eso se pagó hace meses cuando el mismo reclutador buscó una cuadrilla similar. Y en les costó encontrar candidatos.
“Pero de las 24 personas a las que se les ofreció trabajo, 18 aceptaron”, dice el seleccionador de personal, sin ocultar su sorpresa.
Más allá de la situación puntual, el hecho muestra una tendencia que está tomando fuerza entre los proveedores y contratistas mineros, y que se desprende de una agresiva baja de costos, pero también de una paralización de los proyectos.
“Hoy no hay ningún proyecto en construcción, solo un par que se está terminando, por lo que nadie está contratando. No se necesita”, dice un ejecutivo de una gran minera.
Con esto las contrataciones han caído al mínimo y las desvinculaciones han aumentado, por lo que hay mucho más personal “disponible” en el mercado . “Lo que ha llevado que las nuevas ofertas rebajen en un promedio de 20% la renta ofrecida”, dice Sebastián Marzal, gerente comercial de la reclutadora Activos Chile.
Pero, a la vez, las mineras están en pleno proceso de “sacar gente” de las minas.
No es que aún afecten sus propias plantas, pero la mayoría de los grandes yacimientos están “relajando” las condiciones de sus contratos para permitir que los proyectos de proveedores y contratistas cuesten menos. Y la mano de obra se está viendo afectada ante este escenario.
La extrema burocracia ha llevado al insólito récord de, dicen dirigentes del sector, que para cambiar una ampolleta, las guías de seguridad exijan al menos cinco trabajadores, con el costo que ello implica.
Por eso los gremios y las empresas están analizando cómo trabajar con el “mínimo seguro” de personal. El primer avance fue el año pasado, cuando se firmó un convenio de homologación entre Aprimin y Codelco, y ahora debería seguir en otras áreas.
Eso ha permitido, dice Marcello Marchese, presidente ejecutivo de Finning Sudamérica, que las empresas “se agilicen” y “saquen músculo”.
Pero también ha hecho que la organización interna de las compañías se comprima.
Hoy, por ejemplo, las firmas están demandando más cursos de especialización para sus trabajadores de planta. Esto, para ser más eficientes, pero también más productivos y “multifuncionales”.
También se eliminaron los trabajadores en el “limbo”, que es como se denominaba a los mineros con alto nivel de especialización, pero sin una tarea definida y que se reservaban, con sueldo, para evitar así que se fueran a la competencia.
Menos trabajadores y menos sueldos hacen, además, que se aumente la productividad, dicen en la industria. En Codelco, por ejemplo, en un año se ha desvinculado a más de ocho mil trabajadores contratistas, lo que es posible solo tras relajar las exigencias de mano de obra en los contratos, y se liga a su vez a productividad, la que esperan duplicar.
Thomas Keller, eso sí, dice que la reingeniería es total y que no solo afecta a los contratistas. Aunque, dicen los afectados, “por aquí se parte”.
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